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16 Pero el ángel del Señor respondió:

―Aunque me detengas, no probaré nada de tu comida. Pero, si preparas un holocausto, ofréceselo al Señor.

Manoa no se había dado cuenta de que aquel era el ángel del Señor. 17 Así que le preguntó:

―¿Cómo te llamas, para que podamos honrarte cuando se cumpla tu palabra?

18 ―¿Por qué me preguntas mi nombre? —replicó él—. Es un misterio maravilloso.

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